Pues ahí estamos.
Los dos hermaninos cumbreando y teniendo a los Picos de Europa
al alcance de la mano.
El pequeño de los Soprano se ha revelado como un voraz trepariscos.
Y admito que me ha sorprendido.
O quizás no.
Se le ve nada más que el terreno se empina. El tío se lo pasa pipa con lo que hace.
Cuando a alguien se le atraganta la montaña y empieza a sudar y a sufrir,
se le ve enseguida.
Pero este cabronazo está hecho de la misma pasta que yo. El tío disfruta.
Ha probado el gustirrinin que dan unos crampones, un piolet..el vientecillo
de cumbre.
Y ese veneno ya no se lo puede sacar uno nunca.
Mañana veremos más cosillas.
De momento..
Alberto y Carlos "acolumbrando na cimera"
5 comentarios:
Te entiendo perfectamente...
Yo también siento lo mismo cada vez que salgo a la montaña. Es algo complicado de describir...
Sin duda alguna ha de ser impresionante verse alli arriba... Saludos!!!
Me vas a sacar los colores...
Me parece que ya os distingo, uno lleva el pelo al viento y el otro lo intenta, ¿verdad?
Bonitas imágenes y mejores reflexiones.
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