Lisboa

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Eran las 4 de la tarde y arribamos a Setubal ya con alrededor de 70 kmts en las piernas. Nuestra idea era atravesar otros 10 o 15 kmts más hasta el Estuario del Tajo y acampar viendo Lisboa al otro lado. Quizás en Almada o Costa Caparica, y al día siguiente gastar un día de turismo por Lisboa. Pero como siempre los planes variában. A Alberto no le importába dejar nuestra aventura en donde nos encontráramos al cumplirse los 10 o 11 días de los que disponiamos. Yo sin embargo, cabezón como yo solo quería llegar a la frontera con Galicia y poder decir..."..hemos hecho la costa portuguesa entera.." . Con el transcurso de los días a mi hermano ya le importába bien poco todo..quería cumplir el reto tanto como yo.  Así pués no queríamos marcha atrás. Estábamos fisicamente frescos como el primer día, no entendíamos como todo iba estupendamente con esas burradas de etapas.
 
 
Como digo, en Setubal, una ciudad con fama empezamos a encarar lo qué en nuestro diario de abordo denominaba un "pequeño puerto". Entre edificios realmente muy deteriorados y algunos grupetes de individuos que no nos inspirában ninguna confianza fuimos abandonando la pequeña ciudad marítima, por otro lado en muy mal estado, muy abandonada.  Todo el día habíamos pedaleado con una brisa muy agradable, pero aquí de repente el calor era inhumano, empezamos a sudar como desesperados, y para colmo la carretera no daba tregua. No se cuantos kmts de puerto nos cascamos pero se hizo muy duro, con algún tramo en el que las pulsaciones se nos subían por las nubes.
Y para rematar nos quedamos sin liquido. Íbamos en precario. Después de coronar y bajando como desesperados buscamos un bar como si nos fuera la vida en ello. Transitando por Quinta do Conde, un bonito sitio donde por sus bodegas debían hacer un vino estupendo, paramos en una especie de merendero, donde además de conformarnos con unas cervezas Sagres en vez de nuestro elixir Super Bock, yo doy fe que es la primera vez que me ducho en un lavabo, tal era la sensación de calor.
 
 
Intuíamos ya la presencia de la capital de Portugal, el tráfico se intensificó como por arte de magia. Y nos empezamos a meter en lios. De una carretera tranquila, de repente nos introducimos en un caos de autopistas, vias rápidas...un peligro constante. No es agradable circular en sitios así. En España está prohibido, aquí los ciclistas si que pueden. Nuestro problema es que por más que intentamos no circular por ellas, sin poder hacer otra cosa..zas..ya estamos en mitad de varios carriles de coches pasandonos muy cerca. Sin duda, la entrada y la salida de Lisboa fue tecnicamente lo más peligroso del viaje.  Y así, de este modo vamos cruzando ciudades dormitorio..Amora..Laranjeiro..Corroios.. ya muy tocados por el cansancio de la etapa. Y por fin llegamos a Almada..olemos el salitre del estuario.
Para entrar en Almada nos encontramos con una calle que es un muro de 2 kmts en el que yo personalmente coloqué todo el desarrollo corto del que disponía, pegando chepazos llegamos al alto.
Gastamos una media hora en buscar el camping de la ciudad, cuando nos dimos cuenta que lo que ponía en la información era falso..no había. Barajamos otras opciones de pernocta, hasta las narices de aquella ciudad y con tres cuartos de hora de luz, decidimos mirando el uno para el otro.."..Venga..a Lisboa.."
 
 
Y allí que bajamos calles abajo hasta el puerto de Almada. El plán tomar el ferry que cruza el estuario. Y luego..ya veremos. Fue un momento a la vez muy bonito, las últimas luces y en la cubierta del ferry, Lisboa se nos mostraba preciosa. Creo que ni sentiamos ya el cansancio.
Y por fin en Lisboa..con todas las alforjas por la ciudad. Buscando una pensión..un hotelín..algo.
Con otro factor en contra...las calles están todas adoquinadas. Pedalear por aquel pavé era muy costoso, máxime cuando ya habíamos superado los 105 kmts de etapa.
No encontrábamos nada, hasta que de repente nos metimos en pleno centro histórico. Policias, turistas...y nosotros en plena Avenida de la Liberdade. La desesperación hacía mella. Todos los hoteles completos. Ya de noche y dos impresentables con aquellas bicis. Ahora nos reimos, pero no nos importába darnos el gustazo de un 5 estrellas. Juro que entré a preguntar en el Vila Galé y en el Real Palacio..una especie de Ritz. En culotte..lleno de sudor y suciedad preguntando por habitación.
No olvidaré la mirada de aquel recepcionista estirado..ni del resto del salón.
 
 
Y al final..nos sonrió la suerte, en forma de ángel negro. Un botones de los de aparcar coches. Creo que fué el último intento antes de tomar la opción banco de parque. Sonriendo y más enrollao que otra cosa, nos dió el nombre de un tres estrellas económico de narices..y al lado de los 5 estrellas..en pleno centro de la milla de oro de la capital. Eso si, tuvimos que subir las bicis y el equipo un piso hasta el cuarto que nos ofrecieron para guardarlas. Gente maja y habitación de lujo. Después de aquella jornada nos lo mereciamos. Ducha y a la calle. Queriamos cenar y caminar Lisboa.
Con ropa limpia y agua tibia la vida cambia de color y el cansancio desaparece. A mi se me habia metido en la cabeza cenar bacalhau en un sitio típico y si a la vez un portugués con mostacho me estába cantando un fado..no me importaría demasiado. Disfrutamos esa noche como mandan los canones. Al día siguiente dedicariamos la mañana al turismo. Subimos hasta el Chiado para contemplar la ciudad bohemia. Nos hinchamos de cerveza vinho verde y Beirao a dolor y callejeamos en mitad de una controversia que íbamos comprobando poco a poco. En cuestión de escasos metros convivian el lujo y la miseria. De vuelta al hotel, por poner un ejemplo, en frente de nuestra habitación una fiesta chill en pleno parque con la gente a todo trapo..de aspecto y billetera. Al otro lado, a escasos tres metros, la miseria...gente durmiendo en cartones en los soportales de Gucci. Gente bien vestida pidiendo dinero a los transeuntes...más allá vagabundos bebiendo...
Portugal es un claro ejemplo..de lo que quizás ocurra aquí..o ya está ocurriendo.
Es un pais gemelo en todos los aspectos.
 
 

5º etapa: Praia de Sto André- Lisboa 106 kmts.

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Y por fin al quinto día los hermanos llegamos a Lisboa. Frescos y en forma, pero después de una odisea. Y dando espectáculo por el centro de la ciudad. El próximo tema será dedicado por entero a Lisboa. Mira que es bonita esta ciudad, y que ganas tenía de conocerla. Siempre me había atraido esta ciudad, su carácter nostálgico, ténue y el espíritu como de bella decadencia que desprende cada calle.
Por ejemplo Alberto quizás le gustó más Oporto, yo sin embargo Lisboa me maravilló.
Pero vayamos a la historia de como llegamos allí. Y empezaré hablando de nuestro punto de salida en la etapa..Praia de Sto André.
Dormimos en el camping que se asoma a la grán laguna interior a escasos metros del mar. Un mar en el que sentiamos ya embravecido, los próximos días se iría poniendo bonito de verdad.
En el inmenso camping estábamos solos. Me rio ahora, tardábamos tiempo en decidir donde plantar la tienda. Todo para nosotros y aún así hasta que lo decidiamos nos pasábamos la leche de tiempo.
Ya nos dimos cuenta que aquel lugar era muy peculiar..no sabría decir por qué..pero a mi me inquietaba. No de mal rollo..pero había algo. Para empezar los millones de mosquitos. No zancudos de los que pican..sino unos más pequeños..hormigas..moscas de la sidra...debía ser la laguna.
 
 
Preguntamos donde podríamos cenar y nos indicaron la playa. La pequeña carretera acababa casi en el mar. Donde a un lado había un pequeño bar hippie casi en penumbra, solo alumbrado por algún neón. En el porche un individuo balanceandose en una hamaca peruana y dentro tres o cuatro sombras de dudoso aspecto. En las dunas y a oscuras otras 3 o 4 vans Wolkswagen de los años 60 de surferos pernoctando a oscuras. Al fondo dos bares restaurantes, uno a izquierda con aspecto tambien muy hippie y otro a derecha como sacado de los años 50. No nos decidiamos donde cenar..así que para hacer tiempo decidimos ir a ver la extensión de marisma y playa en la parte trasera de aquel sitio. Nos costó avanzar a oscuras, y la verdad es que acojonaba el sonido del mar. Parecía el fin del mundo. En esas estábamos a las diez de la noche cuando a linea de marismas por increible que parezca vemos a dos individuos llegar empujando dos bicis con alforjas saliendo de aquel peligroso sitio. Descalzos sudando y con la muesca de miedo en las caras. Nos quedamos absortos. Aquellos dos debieron pasar el peor día de sus vidas. Avanzar a linea de playa por la arena y con kilometros y kilometros sin un nucleo urbano..de noche en un caos de lenguas de arena y mar..y tal como estaba el mar...Les mirábamos la cara de acojone. Al llegar a la luz no sabían ni donde estaban..pusieron las zapatillas..montaron en bici y desaparecieron en la oscuridad. Allí no quedaron..ni en el camping..ni en aquel sitio. Con kmts por delante hasta el siguiente núcleo habitado.
En esas estábamos cuando entramos en el bar de los años 50. Vacio completamente...solo con esas maquinas electricas colgadas del techo donde se electrocutan las moscas.
 
 
Solo se oía el "pac".."pac"..de mosquitos suicidandose a cada segundo. Pedímos el consabido Vinho verde y por mi parte un estofado alentejano. Debo decir que delicioso. Extraña mezcla la de unas sabrosísimas almejas con carne adobada. Mi hermanín creo recordar que se metió un chuletón. Como los anglosajones, los portugueses tienen la costumbre de servirte antes la consabida mantequilla con pan. Pero en este sitio nos pusieron varios patés con diferentes clases de pan.
En esas estábamos ya medio azufraos..y casi pidiendo el Beirao..cuando nos damos cuenta de que desde dentro del local..no vemos el exterior. Las amplias cristaleras son una superficie marrón en relieve. Puedo decir que yo no he visto más mosquitos en mi vida. Una cosa es contarlo y otra es verlo. Por el interior..por el exterior..parece una plaga bíblica. Pagamos y salimos al exterior.
No lo entendemos...vamos hacia el otro bar hippie...iluminadísimo..incluso con dos farolas publicas en la terraza...y no hay ni un mosquito....pero es que de uno a otro bar hay 10 metros!!.
Entramos a por otra ronda de Beirao..y es como entrar en el siglo XXI. Música..risas..ambientillo.
Nos sentamos en la terraza y allí entablamos amistad con una pareja de alemanes que rondan los cincuenta y pico, que viajan por toda Europa en moto. En una moto BMW pero de los años 70. Nos cuentan su historia. Son hippies..pero estos de los pioneros. Creo recordar que vivían en Hamburgo, pero tuvieron un negocio en la Costa Brava. Ahora iban caninos de dinero. Justos de gasolina. Él con las botas remendadas con cinta aislante..un poema. Ella la bautizamos como "la yerbas"..era un poema..hablába y hablába...nos reíamos por su deshinibición..deshinibición en todos los "aspectos".
Se alojában en el único hotelillo de los alrededores..pero no hablaban muy bien de la habitación. Después de muchos días ella necesitába dormir en una cama.
 
 
De camino a nuestra tienda a oscuras..íbamos comentando el extraño sitio, cuando caímos en la cuenta del extraño olor que rodea toda esta zona..Alberto entonces recuerda la grán cantidad de pájaros muertos que nos encontramos en la carretera cuando pedaleamos de día. Digno de Cuarto Milenio. Caímos en los sacos redondos, fue el primer día que pasamos de los 100 kmts.
Al día siguiente desayunamos en el hotelillo donde coincidimos de nuevo con los alemanes.
Después de despedirnos con todos los buenos deseos y mientras compro algo en la tiendina..
Santo André nos obsequia con su último misterio. Mientras guardo cola, me fijo que las dos señoras que me preceden, sin ser mayores, tienen una ausencia de pelo enorme..no le doy más importancia.
Hasta que me toca mi turno y reparo en la tendera..luce un pelucón ostentoso...
Así pués empezamos la etapa maratoniana. El plán era quedarnos a las puertas de Lisboa.
Aunque como veremos en el próximo tema..los planes cambiaron
La línea de costa que íbamos siguiendo era una playa interminable..hasta la comarca de Comporta.
Allí quedamos asombrados. De buenas a primeras..el paisaje nos trasladó a cualquier pais asiático.
Interminables extensiones de arroz. Un paisaje bellísimo por aquel tono verde, solo interrumpido por silos de granjas donde se almacenaba aquel producto.
En Comporta teníamos muy claro que tomariamos la estrechísima Península de Troia.
Era eso o rodear el Estuario del Sado..eso significába 40 o 50 kmts más.
Troia es una lengua de casi 15 kmts de tierra. Mar a un lado..mar a otro. y al final divisábamos un complejo hotelero en un sitio..que de haber un día un Tsunami me horripila pensar en lo que se convertiría. Sin llegar hasta allí, nuestro plan era coger un ferry para cruzar los apenas dos kmts hasta Setubal. Y efectívamente, fue lo que hicimos. En el próximo tema hablaremos de como atravesamos lo que nos quedába hasta Lisboa.
 
 
Foto 1: Las bicicletinas en la Torre do Belem en el estuario del Tajo.
 
Foto 2: En Lisboa, meridiano de nuestro viaje. Y como rosas.           
 
Foto 3: Ferry de la Península de Troia a Setubal.                               
 
Foto 4: Alberto entrando en el barrio del Chiado en Lisboa.             
 
Foto 5: Estuario del Tajo. Almada a izquierda..Lisboa a derecha.    
 
 

4º etapa: Zambujeira-Praia de Sto André. 96 kmts.

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Metidos ya completamente en La Costa Vicentina, Portugal nos iba deparando a cada kilómetro sorpresa tras sorpresa. Estábamos ya inmersos en parajes bellísimos y solitarios. Atravesar un pais entero a lo largo de su costa me había quitado el sueño durante los días anteriores a su realización.
Temía de todo..desde los frentes atlánticos, el duro viento costero, el sube y baja constante..catarros,lesiones...al final ni un solo problema, ni un solo percance.
En esta etapa salimos de Zambujeira de Mar, una localidad en la que disfrutamos enormemente. Una bendición de pueblo. Tranquilo y bellísimo. Cenamos de lujo en la coqueta plaza abierta al mar. Super Bocks para "hidratar" y Vinho Verde en la cena. Sardinhas greladas y más tapas que no recuerdo. Con esa sonrisilla bobalicona de cuando el vino te empieza a afectar..fue aquí donde descubrimos el Licor de Beirao. Preguntamos al camarero por un licor típico y este con media sonrisilla nos trajo aquella perdición de color ámbar. El precio por cenar es bastante aceptable.
 
 
Al día siguiente estábamos como nuevos y salimos como iba a ser una constante en dirección norte. Siempre buscando ir lo más pegados posibles al mar. Entre un paisaje de mariña muy parecido al asturiano. Explotaciones rurales y cultivos forrajeros plantados a dolor sobre aquella arena negruzca por acción de los fertilizantes. La costa portuguesa son cientos de kilómetros de duna y arena.
Transitamos por Cavaleiro y Almograve para llegar al medio día a VilaNova de Milfontes. Una localidad muy curiosa sobre el estuario de un río del que no recuerdo su nombre.
Entramos con la idea de rellenar los bidones en alguna de esas "Mil fontes" que da nombre al pueblo.
Pues bien, no hay ni una sola fuente en este pueblo. A decir verdad, solo nos encontramos con una en todo Portugal. En Vila Nova nos pasó algo chocante. Tanto Alberto como yo hemos estado en Colombia. Pues fue entrar en aquella localidad y trasladarnos al pais sudaméricano. El olor dulzón a especias mezclado con la gasolina de aquellas camionetas, la forma de las construcciones...todo recordaba a Colombia. Para rematar preguntamos a un lugareño por una carretera costera. Creo que dimos con el portugués más pesao del pais. Una hora repitiendonos lo mismo..."..Alora prima rotunda..seconda rotunda a dereita..."...Escapamos como pudimos de aquel paisanín por otra parte la mar de agradable y atento. Pero luego era doblar con las bicis una calle..y allí aparecía otra vez.
 
 
Seguimos nuestra marcha dejando atrás Maladinhas y llegamos a Porto Covo. Bonito pueblo costero en el que mirando hacia atrás vemos el enorme tramo de costa recorrido desde la mañana. Ahora estamos en un tramo de costa de mil y una playas pequeñas contiguas unas con las otras. Una pasada. Al fondo vemos la península y la ciudad de Sines. Nos preocupa como rodear esta ciudad. Es muy industrial y a sus afueras vemos una gigantesca Central Témica. Paramos a hacer unas fotos y mi hermanín se pierde. Al asomarme lo veo haciendo unas fotos a dos chicas de muy buen ver que le piden que las retrate en el acantilado. Mmm..mi hermano se toma su tiempo y les hace una serie larga..que tio.  Yo por mi parte brujuleo cámara en mano por aquellas calas. Me encuentro a un chaval y le pregunto en mi pésimo portugués como rodear la ciudad de Sines. El chaval resultó un ingeniero gaditano que trabaja desde hace dos años en la Central Térmica. Me habla maravillas del pais, del nivel de vida de la zona, de los portugueses.. De buenas a primeras parezco un reportero de Españoles por el Mundo. Tengo que corregirme soy un puñetero cotilla.
 
 
Volvemos a pedalear con las instrucciones dadas por el chaval español. Nos habla de una autopista en construcción y casi acabada que rodea por las afueras de la ciudad. Es ciclable por que está todavía por inaugurar y rematar. Pero antes de eso tomamos una carreterina preciosa entre dunas altísimas a un lado y un cercado kilométrico al otro. Nos llevamos la sorpresa enésima del día..en una curva nos encontramos un rebaño inmenso de avestruces corriendo por aquella pradera seca. Por un momento nos creemos en la Sabana del Serenguetti. La cabeza nos devuelve a nuestros manillares, probablemente comercializarian con la carne de aquellos animales. Un nuevo alto en un chiringuito playero para tomar otras Superbocks y echar unas fotinas y vuelta al tajo. Ya solo quedan un par de horas de sol y aún no sabemos donde acamparemos, y a estas horas es cuando nos liamos con las rotondas y la armamos.   Tomamos la autopista en desuso y es una bendición, es cuesta abajo y volamos.. Lo hacemos algo cagaos de miedo, por que como nos pasara en el Algarve y posteriormente en Lisboa, los peores momentos del viaje fueron encontrarnos en medio de una autopista de seis carriles y coches a 200 por ámbos lados. Pero eso ya será un tema posterior.
Decidimos acercarnos a los 100 kmt de etapa y acampar en Praia de Sto André. Un lugar del que el internet de nuestros moviles hablan de un paraiso del surf. El sitio es muy chulo pero....como veremos en el próximo tema..por la noche pasában cosas sumamente extrañas e inquietantes. Al sitio..a sus gentes..un sitio extraño..
 

La última del 2.012. Guazones.

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 Guazones (2.165 m.)...La última salida del año y la primera invernal tirando de crampones y piolet.
En tierras de La Mediana. Concretamente salimos de Piedrafita la Mediana en tierras leonesas.
Allí nos juntamos mi hermanín Alberto y nuestro buen amigo Seve. Compañero de batallas y buenos momentos. Allí en la aldea de Piedrafita a las 9 de la mañana y -9º según el termómetro de mi coche.
A  1.300 mts de altitud y 1.000 mts de altitud de ascensión por delante.

 
Yo cada vez que subo a la Cordillera y me encuentro con la gente con la que comparto estos momentos...simplemente me dejo llevar. Y más cuando pisamos escenarios como este. Sitios que la mayoría de la gente ignora el grán potencial que atesora. Concretamente el sector de cordillera que muy poca gente pisa, por lo que la soledad es uno de sus valores.

 
Nos empezamos a desperezar al cruzar el primer río. Vadeamos buscando el mejor sitio, y empezamos a ver rastros en la nieve. Mi hermano para ello parece un Arapahoe. Seguiamos rastros tiernos de una loba y su cria caminando juntos. Aprendí lo dificil que es discernir entre un mastín y un lobo. Desoyendo la lógica que dice que en diciembre no hay un mastín a 2.000 mts.


El circo que forma el Guazones con la Peña Riaño es tremendamente sugerente. Sabemos que es uno de los sitios en los que más nieve carga la Cordillera. Comparable a Vegarada. Y aquí..venimos 4 a lo largo del año. Sitio perfecto para estrenar este año los crampones. No nos equivocamos.

 
El día fue para espatarrar. Frio pero sol. En uno de los días más cortos del año la luz era perfecta. Volver a sentir el suelo crujir, y calzarse los crampones desde el coche. La helada nocturna fue espectacular. Atacamos cumbre lo más directamente posible. Las palas finales fueron inclinadas pero tan disfrutonas que sencillamente deseábamos no terminar. Y eso que fueron 1.000 mts con los hierros en los pies. Eso si...el frio y el viento helado de cumbre no nos dejaron disfrutar el bocata como deseariamos. El momento sibarita esta vez no pudo ser.

La Montaña de Serbal en Google Maps