Serbal, el perrín y algo de nieve

Vaya por delante que no me gustan en demasía los perros. Los que hay en la ciudad me producen sarpullidos. Se parecen peligrosamente a los dueños. Hay una especie de metamorfosis entre ámbos lados de la correa.
Pero todo cambia con los que hay en la montaña. Tienen su personalidad. Me encanta la singularidad y el individualismo que poseen. Es que ahí arriba son libres.
Y encima de mi escalafón particular, estan los careas y mastines. Hacen su trabajo, y luego del mismo, no se casan con nadie.
Y claro...por encima de todos ellos..El Lobo.
Quien los haya podido ver en su habitat, como varias veces he tenido la suerte...
Queda fascinado de por vida.
Pero ese es otro tema del que ya hablaremos otro día.

En mis correrias por la montaña, se han unido muchos.
Casi siempre yendo solo. Como "Getafe". Un perro lobo muy joven que una mañana andaba pululando por Valle de Lago. Yo iba camino de Picos Blancos. Se unió a mi, y pasé un día espectacular con aquel perrín. No sabia como se llamaba. Así que me pasé una hora diciendo todos los nombres posibles que se me ocurrieron. Desde "Toby" hasta "Carapijo". No me hacia el más remoto caso. Hasta que me dió por ciudades. Al decir "Getafe", vino como un cachorrín.
Cosas raras que jamas entenderé.
Aquel día de verano, me metí una "xatada" buena de picos. Y el tio incansable corriendo a mi lado. De vez en cuando marchaba tras de algún rebeco. No parecia cansarse nunca.
Compartimos bocadillo, fotos, y caricias. Nos hicimos grandes amigos.
Me recordaba a "Zuska" aquella perra de mi niñez en Santa Maria del Páramo.
Al llegar de nuevo al pueblo, confiaba en que "Getafe" estuviera allí, al día siguiente.
Nunca más apareció. Pregunté a todos los conocidos de Valle de Lago, y nadie supo nada.

Y otro perrín tambien muy curioso es este que estaba el sábado en Valle de Lago.
El pueblo desierto. Ni personas, ni vacas, ni gallinas, ni nada de nada.
Con la ventisca que caia solo estaba el. Y con ganas de jugar. Y uno que en el fondo es como un guaje, pues me puse a juguetear con el. Aunque Victor (Orbayu), aún se divirtió más todavia.
La nieve nos vuelve locos.

4 comentarios:

Mariluz dijo...

Qué historias tan chulas cuentas, y vaya montón de nieve, entre ella da gusto jugar, a los perros y a los guajes, todo el mundo disfruta.
Bonitas fotos!

Anónimo dijo...

Jooodeeeerrr como estaba el pueblo!!!!
Impresionante ver los muros de las casas... casi tienen un metro por encima de las piedras... Con que hiele un poco ya tenemos nieve hasta la primavera...
Yo en galicia también tuve hace unos años un perrín vagabundo... Debía de venir de la ciudad porque el tío era muy señoritín... Al principio venía también conmigo por todos lados (dios, qué compañía pueden llegar a dar...), pero... Después de un mes... Cuando veía que me iba a dar paseos con muchas cuestas el cabrón se daba la vuelta... (je, je, je)... eso sí... si me iba por el llano ya le podías decir que se quedase en casa, que pasaba de ti como de la mierda... Y luego alguien pone en duda de que los perros son más listos que las personas...

carlosdepazramos dijo...

Yo es que es ver la nieve y entrarme el infantilismo más sonrojante. No hay nada como rebozarse a conciencia. Uno no crece en la vida

susane dijo...

Esa es la primera Acabo de visitar su sitio web y me resulta muy interesante! ¡Enhorabuena!

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